Lic. Elizabeth Stump

pensamientos, reflexiones y vivencias.

sábado, 30 de enero de 2010

Carta de un lector

1. Obsesión por la limpieza

Escribo porque creo que mi madre está desarrollando una obsesión por la limpieza y no sé cómo ayudarla. Siempre ha sido muy pulcra, pero desde hace unos seis meses, su necesidad de que todo esté limpio ha ido más lejos. Se pasa todo el día limpiando y la veo angustiada con el tema. Abre toda las ventanas durante una hora al día para ventilar la casa, aunque fuera esté nevando. Muchas veces, lava los platos dos veces para que “no queden gérmenes” y muchas cosas así… Lo hemos hablado varias veces y me dice que no puede evitarlo. Si no limpia y relimpia se queda angustiada de que pueda entrar no sé qué suciedad. Está claro que decirle que no se preocupe y que no limpie las cosas veinte veces no funciona, ¿qué puedo hacer?


Las personas estamos acostumbradas en general a poder controlar la mayoría de las cosas que nos suceden, o al menos, a tener una respuesta oportuna para situaciones desconocidas. De esta manera podemos enfrentarnos a los cambios, lo inesperado, o lo sorpresivo sin que nos provoque ninguna movilización. Pero a veces ocurren cosas en nuestra vida cotidiana, que no llegamos a percibir tan claramente como un cambio o un problema, sino que es más una sensación de amenaza a nuestra estabilidad emocional, nos genera inquietud, intranquilidad y finalmente angustia, pero como no es una situación que conozcamos, no hallamos respuestas dentro de nosotros para saber que hacer, entonces nuestros mecanismos de defensa comienzan a actuar y buscamos la forma de “parar” con lo que nos angustia. Aparentemente, tu madre, ha encontrado en la necesidad de limpiar sobre lo limpio su manera de defenderse de algo que le está generando mucha angustia, pero que no sabe que es y aunque solo logra calmarla de manera temporal, mientras está limpiando, por ahora le sirve. Creemos que obligarla o sugerirle dejar de hacerlo, lejos de ayudarla, la angustiaría mucho más. Quizás, si intentaras hablar con ella, tratando de recordar que les estaba pasando hace seis meses, cuando ella comenzó a angustiarse, podrías ayudarla a encontrar otro sentido a lo que le sucede, y, tal vez, otra manera de poder resolverlo, sin verse prisionera de una tarea tan agobiadora como la de la limpieza extrema. Si juntas no logran descubrir que sucedió, siempre puedes acudir a un profesional que la ayude.

miércoles, 27 de enero de 2010

El mundo como un lugar amigable.

Dejar de sufrir es una elección. Es una determinada actitud frente a la vida. Es poder entender que la vida nos brinda más oportunidades de las que estamos dispuestos a ver. Es saber renunciar a lo que creemos que será nuestra única manera de llegar a ser felices, porque muchas veces sin saberlo, somos nosotros mismos quienes nos limitamos para disfrutar de la vida que tenemos. Nos ponemos objetivos o metas casi inalcanzables o simplemente socialmente aceptadas, y cuando vemos que el objetivo es cada vez más lejano o inalcanzable, comienza la frustración, y entonces sentimos que el mundo se convierte en un lugar hostil, amenazante, inabordable y responsable de nuestra infelicidad. Y es aquí donde nos limitamos, porque no nos permitimos abrirnos a ver y recibir las opciones que tenemos frente a nosotros. Recuerda que dejar de sufrir es una elección, y para ello necesitamos saber que es lo que nos hace sufrir, para no quedarnos en la queja permanente. Cuando un paciente me dice, por ejemplo, que sufre por amor, porque ama a quien no lo ama, en vez de centrar toda nuestra atención en ese sufrimiento, trato de buscar otros espacios en su vida donde se siente bien, valorado, donde tenga la posibilidad de disfrutar, porque el problema de anclarse en el sufrimiento, es que tiñe todo el entorno del que lo padece. Entonces aparecen las otras opciones y la fijación de a poco cede, y lo que antes era toda su vida, ahora es solo un problema a resolver dentro de su vida, y descubre que es capaz de amar a otra persona, porque dejo de estar preso de su propia queja. La actitud y la aceptación son las dos claves en este proceso. Si se aceptar mi realidad, en todo caso sabré de que manera sacar el mejor provecho de lo que poseo. Pensemos que la forma de ver y sentir al mundo es una proyección de lo que sentimos de nosotros mismos, de manera que para estar en un lugar mejor, debemos empezar por encontrarnos a gusto con nosotros, tomando nuestras limitaciones como punto de partida, no de llegada.

martes, 26 de enero de 2010

Carta de un lector

NOSTALGIA DE MI PAÍS

Vivo en España desde hace dos años y echo mucho de menos mi país de
origen, Argentina. Aquí todo me va bien, tengo un buen trabajo, amigos y
demás, pero una parte de mi corazón sigue allí; pensaba que con el
tiempo se me pasaría, pero la sensación de vacío sigue. Cuando vuelvo de
vacaciones se me pasa todo y al volver, enseguida me cae esa losa de
tristeza que lo cubre todo. _Qué puedo hacer?



Una de las experiencias más difíciles de tramitar es la del exilio, independientemente de cuales sean los motivos que te lleven a él. Por eso, lo primero que tenemos para decirte, es que te des tiempo, tanto para hacer el duelo por las cosas que han quedado en tu país, como para adaptarte definitiva mente a tu nuevo lugar de residencia. Tal vez te estés forzando a suponer que solo te sentirás bien cuándo ninguna parte de tu corazón siga en Argentina, y esto supondría que debes olvidar de dónde vienes y negar la historia que traes contigo, algo verdadera mente imposible y poco saludable, además. Si en lugar de esto, decides sumar en tu vida y no restar, te darás cuenta que ahora, no solo tienes todas las cosas y las personas que viviste y conociste en tu país, sino todo lo nuevo que descubriste en España. Seguramente cada vez que haz vuelto de vacaciones te has encontrado con las mismas cosas que dejaste, porque siempre estarán allí para ti. Al cambiar de país has hecho una elección, y cada vez que elegimos necesaria mente debemos renunciar a algo, sabiendo que también hay algo que ganamos. Es importante que te sientas segura de tu elección, para no cubrir tus días con esa “loza de tristeza”, así como respetar tus tiempos y tus sentimientos, hoy tienes la posibilidad de elegir dónde y de que manera quieres vivir y seria bueno para ti que pudieras sentir que estás viviendo éste presente con toda la intensidad que puedes hacerlo, y para lograrlo primero tienes que decidir que sea así.

domingo, 24 de enero de 2010

Procesar un duelo

Elaborar un duelo no es olvidar a la persona que hemos perdido. Es, en todo caso, aprender a vivir con la presencia convertida en recuerdo, no como una sombra sobre nosotros, sino como una compañía silenciosa e interior. Cada persona ocupa un lugar en nuestra vida, un rol, que difícilmente es reemplazable, y casi es mejor así. De manera, que ninguna vida nueva puede compensar ni reemplazar la pérdida de un ser querido, en primer lugar, porque cada persona debe tener su lugar en el mundo, tanto sea la de hijo como la de madre. No es sano traer un hijo al mundo solo para calmar nuestra tristeza, o compensar una pérdida, un hijo se merece nacer por mucho más que por eso. Y en segundo lugar, porque tenemos que aprender a vivir con las pérdidas como parte de la vida, no podemos negarlas, tratando de compensarlas. Si bien cada persona es diferente a otra, y los procesos son personales, consideramos que el proceso de un duelo normal es de dos años, pero no debemos confundir proceso de un duelo con tristeza, este sentimiento puede aparecer y desaparecer en diferentes momentos, sin ser anormal que sea así.

sábado, 23 de enero de 2010

¿Cuál es el sentido de nuestra vida?

Ante la pregunta ¿cuál es el sentido de la vida?, surge un silencio abrumador, angustiante, que hace que nos alejemos de la pregunta y desviemos la mirada. El problema de esto, es que absolutamente todo lo que vemos a nuestro alrededor, nos promete calmar esa angustia y nosotros lo creemos, así entramos conciente y despiadadamente en el consumo masivo, buscando la respuesta a cual es el sentido de la vida, a través de objetos materiales, que se desvanecen como respuesta en el mismo momento que lo obtenemos. La oferta es tan amplia, que si la angustia por la sensación de vacío no desparece con el último móvil, promete hacerlo con la aspiradora a vapor, o con el ordenador portátil más ligero, o con el jabón para la ropa, que además garantiza los recuerdos de una infancia feliz, podríamos seguir y seguro no acabarían las propuestas de consumo, porque lo cierto, es que tampoco desaparece la angustia de las personas y es que, la pregunta debería ser: ¿cuál es el sentido de mi propia vida?, ante esta pregunta, nadie ni nada puede ofrecerme la respuesta, ya que cada uno de nosotros tendremos una propia y diferente, ni mejor ni peor que otras, solo diferente y única; para lograrlo, necesitamos tiempo, tiempo con nosotros mismos, con nuestras necesidades, con nuestros deseos, para tener bien en claro la diferencia entre ambos y no permitir que sean los otros quienes se apropien de la pregunta y la transformen solo en necesidad, cegándonos con la eficacia de lo inmediato, convirtiéndolo en urgente, arrebatándonos el tiempo del que deberíamos tener para encontrar nuestro propio sentido. Seamos capaces de preguntarnos por él y de sostener la posible angustia que le sobreviene, porque solo dentro nuestro esta la respuesta, sostener la angustia nos hace libres, para elegir como calmarla, no depositándola en las manos del consumo.

viernes, 22 de enero de 2010

El valor de la creatividad

Las personas solemos identificar nuestro estado de ánimo con las estaciones del año. Lo verdaderamente importante de esto, no son las estaciones, sino la oportunidad que tenemos cada cuatro meses para renovar nuestras opciones y proponernos cambios productivos y hasta revolucionarios. Para sacarle el mayor fruto a estos cambios, necesitamos poner en marcha nuestra creatividad; esa cualidad que logra no solo crear cosas, logra cambiarlas, hacerlas atractivas y diferentes. Todos somos seres creativos, en distintas áreas de nuestra vida desarrollamos la creatividad aún sin saberlo. Debemos hacernos concientes de esto, para valorar las posibilidades que tenemos de dirigir nuestra propia vida. Una buena manera de empezar a descubrirnos es comenzar a dejar el pensamiento de lado y priorizar nuestras emociones, aprender a tomar contacto con nuestras sensaciones, si en lugar de decirnos a diario: “tengo que ir a...” pudiéramos decirnos: “me gustaría ir a...”, estaríamos poniendo en funcionamiento toda nuestra capacidad creativa para lograr algo que queremos, obteniendo un doble beneficio, hacer algo que debemos disfrutando mientras lo logramos, ya que el sentimiento no es de obligación, sino de elección. Estimular los sentidos nos ayuda a despertar nuestro aspecto creativo, que apoyados en la primavera y la sensación de renacimiento se convierten en una fuente de inspiración positiva para ponernos en marcha y provocar todos esos cambios que tanto deseamos. Aprendamos a confiar en nosotros mismos, a sentirnos capaces de ser las personas creativas que queremos ser.

jueves, 21 de enero de 2010

¿ quién se beneficia cuando sentimos que perdonamos?

En muchas ocasiones hemos dicho “esto no te lo perdonare nunca”, suponiendo que el mayor daño se lo estamos haciendo a la otra persona, sin embargo, el único y mayor daño nos lo hacemos a nosotros mismos, ya que para no perdonar, necesitamos recordar permanentemente aquello que no lastimo, mantenerlo presente a cada momento, juntando rabia, desilusión, frustración y resentimiento; convertimos así nuestra vida en una acumulación de emociones negativas que no nos permiten crecer y mucho menos pasar página de aquello que nos lastimo. Lo mismo sucede si el error lo cometimos nosotros, no nos damos n minuto de paz, reprochándonos por haber echo o dicho lo incorrecto, impidiéndonos la posibilidad de una reparación saludable. Aprender a perdonar y perdonarnos es la única manera que tenemos para dejar atrás realmente una mala experiencia y volver a comenzar. Perdonar nos ayuda a colocar las cosas justo en el lugar en el que tienen que estar, nos libera de la carga de sostener permanentemente la herida abierta, nos ayuda a construir un presente sin sombras de un pasado doloroso, es dejar atrás el dolor y mirar hacia delante, con ilusión, con confianza y con seguridad. Nada es imperdonable, y tampoco se trata de perdonar por perdonar y poner la otra mejilla, perdonar no es consentir un “puedes volver a hacerlo”, es atrevernos a poner un punto final a la situación, entendiendo que hay situaciones posibles de ser reparadas, continuando con el vínculo existente, y otras en que ninguna de las dos son posibles. Esta es la decisión más difícil de tomar, ya que implica dejar atrás todo lo que teníamos, pero también es la más sana.