Lic. Elizabeth Stump

pensamientos, reflexiones y vivencias.

martes, 30 de marzo de 2010

Menopausia precoz

La menopausia suele ser una palabra que asusta bastante a las mujeres. Y esto se debe a que creen que a partir de ahora su vida deja de ser como fue y comienza una nueva etapa. Si bien esto es cierto y llega una nueva etapa por vivir, no quiere decir que dejen de sentir y de experimentar cosas nuevas todavía. Pero cuando la menopausia es precoz, es decir que aparece en mujeres que apenas alcanzan los 40 años les sucede una crisis mayor, ya que entonces parece que todas las perspectivas que tenían como proyección de futuro en su vida se les acaba. Existe una sensación de desidia que no pueden evitar sentir y sobre todo si han llegado a esta edad sin tener pareja o sin tener hijos, es como si el reloj biológico de pronto les dijera hasta aquí han llegado, y sienten la menopausia como una limitación, todo aquello que han en imaginado tener ahora no lo van a tener, parece que la sensación de deterioro de su cuerpo fuera aún mayor. No podemos negar que es cierto que la menopausia provoca cambios hormonales en la mujer y que hay de hecho órganos que van a dejar de funcionar y hormonas que van a dejar de segregarse y que esto implicará un cambio muy importante en la vida de la mujer, pero cuando aún no se han acercado a los cuarenta años todavía tienen una vida que vivir que no deben limitar al funcionamiento interno del cuerpo. Lo que sucede es que es tan limitante la palabra menopausia socialmente que las mujeres que padecen de menopausia precoz sienten que el ciclo de su vida productiva y activa ha concluido y lo que queda de ahora en adelante es un deterioro permanente. Como he dicho antes esto perjudica mucho más a las mujeres que no han logrado concretar una pareja o una familia que a quienes sí ya lo tienen porque el mayor perjuicio que sienten que les va a suceder es no poder tener hijos. Van cerrando el círculo cada vez más negativamente porque entonces suponen que una pareja no las va a querer si no tienen la posibilidad de darles un hijo. No se trata entonces de negar que la menopausia precoz puede ser una limitación en la vida de la mujer, sino de aceptar que es una realidad que tienen que vivir y como tal encontrar la manera de aprender a convivir con esta nueva realidad que no sólo traerá limitaciones y cambio físicos sino que también podrá darles la oportunidad de reconocer su cuerpo con las nuevas sensaciones que esto pueda traer y lo más importante es que aprendan a cuidarse sabiendo qué cosas son buenas y qué cosas no lo son. Aceptar la realidad no significa resignarse a lo que está sucediendo si no todo lo contrario a prender a vivir lo que tengo que vivir a partir de ahora sabiendo cómo cuidarme, desde la alimentación hasta el tipo de ejercicio físico que deba realizar para mantener tanto mi interior como mi exterior en condiciones para disfrutar todo lo que tenga que disfrutar por delante.

lunes, 22 de marzo de 2010

Carta de un lector

TIENE EDAD EL AMOR?
Hace unos meses he conocido a un chico mucho más joven que yo del que me he enamorado. Yo tengo 38 años y él tiene 23. Yo siempre he creído que no hay que seguir a ciegas los dictámenes de la sociedad, que hay que mantener los valores propios y demás, pero me doy cuenta que tengo miedo del qué dirán, me da vergüenza de que me vean en público con él. Incluso me planteo dejarlo sólo por eso, pero temo cometer un error.

Parece que te encontraras frente a un problema de prioridades, que no tiene que ver con tu vida, ya que no estás dudando del amor que sientes por tu pareja, o de lo que él siente por ti, que en todo caso justificaría más que estuvieras pensando en dejarlo, sino con lo “que se espera de ti”. Cada persona tiene una escala de valores propia, que va construyendo a lo largo de su vida, lo que no significa que sea estática e inamovible. Cuando la persona se encuentra abierta a la posibilidad de cambios y posee cierta facilidad para adaptarse a situaciones nuevas, sabiendo tomar las experiencias como forma de aprendizaje y crecimiento, también se permite revisar su escala de valores haciéndola más flexible y acorde con lo que está viviendo. Tú me dices que crees que no hay que seguir a “ciegas” los dictámenes de la sociedad, lo que interpreto por: si, hay que seguirlos, pero sabiendo que sigues. Y probablemente ese sea hoy parte de tu conflicto. Que das por hecho que salir con una persona más joven que tú está mal visto por la sociedad, aunque no sepas por qué está mal. Y aquí entra lo que yo considero prioridades, y por ello me gustaría preguntarte: ¿qué es más importante para ti, lo que sientes por y con tu pareja, o lo que la gente pueda maliciosamente comentar? Cuando encuentres la respuesta, tendrás frente a ti la posibilidad de elegir a conciencia que consideras que es lo mejor y a que estás dispuesta a renunciar y por qué. Probablemente no te hayas puesto a pensar que si la mirada y el juicio de los demás es tan determinante para ti, pueda ser porque no estás lo suficientemente segura de ti misma y de tus valores y necesites de la aprobación de la sociedad para sentirte aceptada, aunque esto represente renunciar a la posibilidad de ser feliz. Si esto es así, terminar con tu relación no es la solución, ya que de una manera u otra, por el solo echo de vivir en una sociedad, siempre existirán situaciones en las que te sientas juzgada y te obliguen a optar sin tener en cuenta tu propio deseo. Te propongo que intentes ver más allá de ésta relación para descubrirte verdaderamente.

El que no ama siempre tiene razón: es lo único que tiene.
Antonio Gala

lunes, 15 de marzo de 2010

Problemas de atención en niños

Muchas veces nos encontramos con que a nuestros hijos les cuesta concentrarse a la hora de estudiar o hacer la tarea, pero nos sorprende que frente al ordenador o los videojuegos no muestren dificultad, por lo que solemos minimizar el problema, y es que la concentración va acompañada de la atención, que es un acto voluntario y dirigido a las cosas que despiertan nuestro interés, por eso juegos si, y tarea no. Sin embargo la dificultad existe y es real. Debemos aprender a aceptar y a relacionarnos con el problema de nuestro hijo para poder ayudarlo. Conocerlo, sin esperar que responda a una determinada expectativa, o no compararlo con otros niños es el comienzo. Saber respetar sus tiempos, entender que no puede sentarse a estudiar de corrido, que necesita espacios cortos, con intervalos, cuanta más presión tenga, menos podrá responder. Debemos explicarle que como no puede manejar su tiempo,” porque se le escapa”, nosotros lo haremos por él hasta que aprenda a hacerlo. Existen algunas técnicas de estudio para fortalecer su atención, y por consecuencia su concentración, aprender a leer es fundamental en esta etapa; la mejor manera consiste en acceder a una primera lectura de tipo informativa, luego una segunda, más analítica para saber de que manera el autor intenta explicar el tema, identificar las ideas primarias y secundarias para hacer un diagrama que organice las ideas y las jerarquice. Finalmente podremos decirlo con nuestras propias palabras. La concentración mejora con ejercicios de emisión y recepción, si recibimos un estímulo mientras intentamos crear un tema, el recuerdo del estimulo ayuda a recordar lo aprendido. Valorarle sus logros, por pequeños que parezcan. No permitirle que se llame tonto ni de ninguna otra manera. Debemos estimularle en alguna actividad que no sea intelectual, para mostrarle que lo único no es la tarea o el cole y que hay cosas que puede hacer bien y además divertirse, que de eso se trata, de divertirse, no solo de exigirse. Y por supuesto saber que existen especialistas que pueden ayudarnos y ayudar a nuestros hijos.

jueves, 4 de marzo de 2010

Culpa por trabajar siendo mamá

Para estar dentro del sistema las mujeres nos sentimos casi obligadas a cumplir con todo lo que se espera de nosotras, el gran avance feminista, hizo que llegara a confundirse la igualdad de género en derechos y obligaciones, con la igualdad competitiva, llegando a negar nuestras diferencias para convertirnos en iguales a toda costa. Pero lo cierto es que somos diferentes y complementarios, que es tan necesario en la sociedad el rol femenino como el masculino, porque ambos hacen aportaciones importantes en la construcción de la sociedad. El caso, es que en el afán de ser “iguales”, las mujeres han ido adquiriendo cada vez más responsabilidades y obligaciones, la atención del hogar y la crianza de los niños sigue estando casi al ciento por ciento a cargo de las madres, y si no pueden ellas mismas, son las que se ocupan de encontrar a la persona adecuada para suplir lo que no llega a realizar. Es tan importante tener todo organizado y previsto, que los hijos pasan a ser una tarea que resolver y organizar, si van al colegio, tienen la ropa limpia y la comida sana y equilibrada, la tarea queda resuelta. El problema es que los niños demandan otra cosa, demandan atención, hora de juego, caricias y lamentablemente, cuando llegan a casa, esas “súper mujeres” se sienten tan cansadas, que no tienen paciencia para escuchar los problemas o quejas de los niños. Hacen un esfuerzo por seguir cumpliendo con el rol casi perfecto, pero los niños lo notan, entonces comienzan a pedir cosas que saben que normalmente no les permiten, pero que en un exceso de cansancio, los padres en general, les van a permitir. La televisión se convierte en el segundo canguro, ya que el primero es el colegio, con guardería incluida, o la figura real del canguro que se marcha cuando llegan los padres. Los hijos se convierten en los reyes de la casa, pero desde un lugar arbitrario y déspota, se mira el programa que ellos quieren, se come lo que ellos quieren, cuando ellos quieren y dónde ellos quieren, porque antes de soportar una pataleta más, mejor es ceder, total, “no estamos nunca con ellos” . Es el sentimiento de culpabilidad quien decide, no los padres, y los niños saben como manejar perfectamente esta situación, les basta una vez de haberlo vivido para saber como funciona, “si mamá se va a trabajar estando yo malito y con fiebre, cuando vuelve me trae un regalo sorpresa”, la próxima directamente le pido lo que quiero y después le exijo ya sin razón, solo porque se va a trabajar y sé que eso le genera culpa. Para este momento las cosas en casa se han descarrilado tanto que la sensación es que la educación de los hijos se les fue de la mano y recurren a un terapeuta, pidiendo ayuda, aunque no están dispuestos a escuchar que son en gran parte responsables de la situación, por esas pequeñas concesiones que fueron haciendo sin darse cuenta del alcance que tenían. Cuando una mamá elige trabajar fuera de casa, tiene que tener en claro porqué lo hace, estar segura de que es una elección o una decisión tomada a conciencia, y saber que en toda elección, siempre hay algo que se pierde y algo que se gana, en este caso pierde parte del tiempo que podría compartir con sus hijos, y lo que gana, ya depende del porque trabaja. Si está dispuesta a asumir esta pérdida, no habrá sentimiento de culpabilidad y podrá poner límites a sus hijos, porque no es solo la presencia física la que educa, los valores se transmiten de muchas maneras y los niños son capaces de recibirlos. Creo que las mujeres necesitamos parar un poco y plantearnos que queremos de verdad y a que estamos dispuestas a renunciar y porqué. Necesitamos construir nuestra propia escala de valores, no adoptar la que nos marcan, si recuperamos la libertad de elegir y disfrutar, sin condicionamientos, seguramente nos sentiremos menos culpables y más felices.

lunes, 1 de marzo de 2010

Carta de un lector

RECUPERAR EL LEGADO DE MI PADRE. Hace ya cinco años que murió mi padre y noto que nuestra familia se está descomponiendo. Con él, permanecimos unidos durante 40 años y éramos más felices. Ahora, mis hermanos se quejan de todo y, sobretodo, de la ausencia de mi padre, como si no hayan aceptado su muerte. Mi pregunta es: ¿puede el destino borrar una historia, cómo podríamos recuperar y mantener la unidad que construyó mi padre?

Para empezar seria importante que supieras que nunca es el destino quien se ocupa ni de construir ni de sostener la historia de nadie en particular ni de ninguna familia o grupo en general. Lo que sucede, es que es más fácil adoptar el mandato paterno, comenzando por seguir las normas que al principio son las que nos enseñan y continuando luego aceptándolas como propias, que decidirnos a elegir o simplemente cuestionar que es lo que queremos hacer, cuando es otro el que decide por mi, solo me toca aceptar sus normas, sin cuestionamientos, a cambio de perder mi posibilidad de elegir, pero también de responsabilizarme por como salgan las cosas. Probablemente en tu familia, fue tu padre quién comenzó disfrutando de la unión familiar y les inculcó a ustedes el mismo placer, solo que, como dije antes, al no ser algo elegido, solo puede sostenerse por la misma persona que lo inició. Por otra parte, en todas las familias, siempre hay roles determinados, que son asumidos y adjudicados, es decir, que nos los dan y que los aceptamos, y esa forma de funcionamiento queda tan instalada en la dinámica familiar, que cuando un familiar falta, independientemente de la causa por la que sea, los roles, que son como engranajes de un reloj, comienzan a disfuncionar también, y es necesario una nueva asunción y adjudicación, para que la familia vuelva a ponerse en marcha, aceptando los cambios y eligiendo el camino a seguir en adelante. Lo que no puede suceder, es que la familia se quede en el lamento de lo que han perdido, provocándose una herida interna y un enfado que los estanca en el reproche y la inmovilidad. Creo que la única manera de recuperar y mantener la unidad familiar de la que hablas, es solo construyéndola ustedes, eligiendo como quieren hacerlo y no porque “deban” hacerlo, permitiéndose opinar entre todos como les gustaría que fuera el encuentro familiar, puede ser que coincida la manera o la forma que les enseño tu padre, o también puede ser que quieran algo diferente, ya que, evidentemente, en 40 años las cosas cambian mucho, y los tiempos de cada uno también. Y, sobre todo, saliendo de la queja eterna y aceptando que la muerte es parte de la vida, y el reciclaje es la opción que tenemos para historizar nuestra vida y poder transmitirla y disfrutarla. La felicidad no se hereda, depende de nosotros alcanzarla.


Frase:

La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
François Mauriac (1905-1970) Escritor francés.