Lic. Elizabeth Stump

pensamientos, reflexiones y vivencias.

martes, 27 de abril de 2010

La amistad

La vida es un camino y a medida que vamos caminando, generamos encuentros. Con cada uno, vamos descubriendo a la persona que tenemos a nuestro lado, cuando hablamos de amistad, la iremos construyendo en cada encuentro compartido, aún sintiendo y viviendo cada momento de manera diferente, algo pasará en común, la alegría de estar con esa persona que elegimos como amigo va creciendo. La parte más importante de estos encuentros, es que, a la vez que construimos y afianzamos un vínculo, somos cada vez más libres y autónomos, porque la verdadera amistad es la que no pone condicionamientos ni limitaciones. Con el tiempo, inevitablemente nos van sucediendo cosas, tal vez impredecibles, que nos fuerzan a tomar decisiones y todos sabemos que decidir es ceder algo para ganar otra cosa. Los momentos de cambio son muchas veces difíciles, porque solemos pensar más en las personas de nuestro entorno que en nosotros mismos, queremos decidir sin “hacer daño” o molestar a quienes creemos que nos quieren y cometemos un gran error, primero, porque solo nosotros sabemos que nos hace bien y en todo caso tenemos la autoridad de equivocarnos y aprender del error y segundo, porque las personas que verdaderamente nos quieren, van a respetar nuestra decisión sintiéndose felices por nuestro crecimiento, aunque ésto signifique distanciarnos o modificar la manera de relacionarnos. Aprender a pensar en nosotros y en que queremos es la base para que los cambios sean positivos y aceptar también, que no todos nuestros amigos serán peregrinos del mismo camino. Debemos saber que los amigos son como la vida misma, tiene un ciclo vital, algunos, nos acompañan toda nuestra vida y otros, cumplen su ciclo en el mismo camino. Lo importante es saber quedarnos con todo lo bueno y positivo que esa amistad nos dejó, porque al elegirlo decidimos que nos acompañe y acompañarlo y lo vivido siempre va más allá del momento del final.

lunes, 19 de abril de 2010

Carta de un lector "Ser alguien en la vida"

Quisiera conocer tu opinión sobre la presión que existe actualmente por “ser alguien en la vida”. Yo trabajo de administrativo y, por ahora, estoy satisfecho con mi empleo. Sin embargo, la mayoría de mis amigos y mis familiares son profesionales de más nivel: abogados, empresarios, médicos… Ahora que hemos entrado en la treintena, todos parecen volcados en valorar que si se han comprado una casa, que si pasan las vacaciones en el extranjero, que mira qué coche llevo, que cuánta responsabilidad tengo en el trabajo… Es como si, de repente, las cosas más sencillas y auténticas que a todos nos interesaban cuanto teníamos veintitantos se hubiesen esfumado. Tengo la impresión de que me infravaloran porque yo me conformo con una vida más sencilla y eso me da rabia. Hasta he pensado en cambiar totalmente de círculo de amigos… ¿estaría justificada tal actitud por mi parte? ¿y qué tendría que hacer con mi familia entonces, porque ellos son iguales al resto?


De pequeños, cuando nos solían preguntar: ¿Qué quieres ser cuando seas grande?, nos dejábamos llevar por la imaginación y sobre todo por nuestro deseo, podíamos imaginarnos en los oficios más arriesgados o entretenidos, todo valía, desde ser malabarista hasta astronauta, y los mayores tomaban con gracia y agrado nuestros sueños, pero curiosamente, a medida que el tiempo fue pasando, nos alejamos cada vez más de ese motor tan importante que es nuestro deseo, y nos dejamos llevar por los valores que otros se encargaron de hacernos creer que son los correctos. Yo me inclino más a pensar que la mejor manera de ser alguien en la vida, es darnos la posibilidad de ser verdaderamente lo que queremos ser, eligiendo entre todas las opciones que tenemos, aquellas que nos identifica y nos hace reconocernos a nosotros mismos. Por lo que tu me cuentas en tu carta, el cambio de tus amigos fue tan radical, que ya no reconoces en ellos, ni en sus valores, a las personas que compartieron contigo gran parte de tu crecimiento, la pregunta aquí seria: ¿tu eres feliz con la vida que has elegido?, porque la sencillez o la opulencia no tienen que ver con la felicidad, si a ti tu trabajo te permite disfrutar de las cosas que para ti son importantes, si te da el tiempo suficiente para realizar las actividades que te interesan y si te da la seguridad y la tranquilidad que hoy tu deseas, ¿por qué cambiarlo?.
Por otro lado, que las inquietudes o los valores de tus amigas hayan cambiado no significa que no puedan seguir siendo tus amigos, porque eso seria como aceptar que existe una única escala de valores y un único grupo de pertenencia, condicionado por los logros materiales. Si asumes este lugar, te estarías negando a ti la posibilidad de sentirte orgulloso de ser quien eliges ser. Sentirte bien contigo mismo es lo más importante, y esto vale tanto para tu familia como para tus amigos, trata de no perder ese niño interior que decía que quería ser de grande, y déjate llevar por tu propio deseo.

Una frase:
Defiende tus principios aunque tengas que hacerlo solo.
Jackson Brown.

lunes, 12 de abril de 2010

Terminar una relación

Terminar una relación siempre resulta doloroso, más allá de quien tome la decisión, ambos pierden, porque no hay ganadores, y cada persona elabora esa pérdida como puede, pero siempre es un trabajo individual, porque precisamente lo que se perdió fue la pareja. No es posible asumir que algo se pierde o se termina si sigue estando presente, es casi una contradicción. La necesidad de seguir viéndose es una manera engañosa de seguir formando parte de sus vidas, l. Por otro lado, ser egoísta, implica tomar las decisiones que consideres más apropiadas para tu vida, significa poder elegir cual es el camino que quieres recorrer y con quién lo quieres recorrer, es asumir el riesgo de equivocarte pero a pesar de ello intentarlo, lo mejor que puede pasarte es que seas egoísta. Esto no significa ser insensible al sufrimiento de tu ex pareja, significa ser sensible a tus propios deseos, superar la ruptura es un trabajo individual, de cada miembro por separado, pudiendo refugiarse en los amigos, la familia o el entorno que elijan.
Para volver a empezar, es necesario terminar algo que existía y no era bueno para ambos.

lunes, 5 de abril de 2010

Carta de un lector

REUNIONES FAMILIARES DIFÍCILES
Mi problema es que mi marido y mi familia (mis padres y hermanos) no se llevan bien. Él no para de criticarlos y a mí eso me duele porque yo sí me llevo bien con mis padres, que además nos han ayudado mucho. Yo no sé qué posición adoptar cuando discuten en las reuniones familiares: si mantenerme al margen o hacer de mediadora. Ninguna de las dos cosas hace que me sienta bien. Ahora él sugiere que nos distanciemos de ellos para estar más tranquilos. ¿Qué puedo hacer?


Tal vez debas empezar por hablar con tu marido, para que ambos reconozcan el lugar que cada uno tiene en la pareja, y lo que a su vez significan los miembros de la familia de origen (padres, hermanos, etc.). Parte de la cultura en la que vivimos, nos ha hecho creer que al formar una familia, debemos, si o si, sumarla a la de nuestra pareja, para pasar a ser una “gran familia”. Al principio quizás funciona, porque todos están por la labor de conocer y aceptar al nuevo miembro, pero conforme pasa el tiempo, y cada uno se muestra tal cual es, comienzan las diferencias. Tenemos que aceptar la posibilidad de que existan familias en las que esto no sucede, y pasan a ser dos familias que en ocasiones, interactúan. Yo pienso que algo que seguramente no debes hacer, es negarte la posibilidad de disfrutar de tus padres y de tus hermanos, como tampoco de tu matrimonio, y por éste camino es que me gustaría ayudarte a encontrar una posible respuesta. Ante todo, no dejes que te utilicen como trofeo de las disputas familiares, generalmente eso solo sirve para liar las cosas, y no solucionarlas necesariamente. Ya que tu persona se convierte en “algo a obtener”, y no en alguien para compartir, que seguramente es lo que tú deseas. Te sugiero que trates de escuchar lo que sucede en las reuniones familiares, manteniéndote en un tercer lugar, formando un triángulo, sin sentirte parte involucrada. Déjales claro tanto a tu marido como a tu familia, que no tienes intención de renunciar a ninguno de ellos, cómo ellos tampoco tienen que renunciar a ti, habla con tus padres y hermanos, transmitiéndoles lo difícil que es para ti escuchar que hablen mal de tu marido, y pìdeles que respeten tu elección, sin tenerte que hacer elegir entre uno u otro. Ofréceles encontrar juntos una alternativa saludable a las reuniones, no es necesario ser tajantes en las determinaciones. Como por ejemplo, tratar de compartir los aspectos compatibles, y no buscar siempre el tema que genera conflictos. Así, todos saldrán ganado.

Frase: “El sentimiento más profundo se revela siempre en el silencio”.