Lic. Elizabeth Stump

pensamientos, reflexiones y vivencias.

lunes, 5 de abril de 2010

Carta de un lector

REUNIONES FAMILIARES DIFÍCILES
Mi problema es que mi marido y mi familia (mis padres y hermanos) no se llevan bien. Él no para de criticarlos y a mí eso me duele porque yo sí me llevo bien con mis padres, que además nos han ayudado mucho. Yo no sé qué posición adoptar cuando discuten en las reuniones familiares: si mantenerme al margen o hacer de mediadora. Ninguna de las dos cosas hace que me sienta bien. Ahora él sugiere que nos distanciemos de ellos para estar más tranquilos. ¿Qué puedo hacer?


Tal vez debas empezar por hablar con tu marido, para que ambos reconozcan el lugar que cada uno tiene en la pareja, y lo que a su vez significan los miembros de la familia de origen (padres, hermanos, etc.). Parte de la cultura en la que vivimos, nos ha hecho creer que al formar una familia, debemos, si o si, sumarla a la de nuestra pareja, para pasar a ser una “gran familia”. Al principio quizás funciona, porque todos están por la labor de conocer y aceptar al nuevo miembro, pero conforme pasa el tiempo, y cada uno se muestra tal cual es, comienzan las diferencias. Tenemos que aceptar la posibilidad de que existan familias en las que esto no sucede, y pasan a ser dos familias que en ocasiones, interactúan. Yo pienso que algo que seguramente no debes hacer, es negarte la posibilidad de disfrutar de tus padres y de tus hermanos, como tampoco de tu matrimonio, y por éste camino es que me gustaría ayudarte a encontrar una posible respuesta. Ante todo, no dejes que te utilicen como trofeo de las disputas familiares, generalmente eso solo sirve para liar las cosas, y no solucionarlas necesariamente. Ya que tu persona se convierte en “algo a obtener”, y no en alguien para compartir, que seguramente es lo que tú deseas. Te sugiero que trates de escuchar lo que sucede en las reuniones familiares, manteniéndote en un tercer lugar, formando un triángulo, sin sentirte parte involucrada. Déjales claro tanto a tu marido como a tu familia, que no tienes intención de renunciar a ninguno de ellos, cómo ellos tampoco tienen que renunciar a ti, habla con tus padres y hermanos, transmitiéndoles lo difícil que es para ti escuchar que hablen mal de tu marido, y pìdeles que respeten tu elección, sin tenerte que hacer elegir entre uno u otro. Ofréceles encontrar juntos una alternativa saludable a las reuniones, no es necesario ser tajantes en las determinaciones. Como por ejemplo, tratar de compartir los aspectos compatibles, y no buscar siempre el tema que genera conflictos. Así, todos saldrán ganado.

Frase: “El sentimiento más profundo se revela siempre en el silencio”.

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