Lic. Elizabeth Stump

pensamientos, reflexiones y vivencias.

jueves, 4 de marzo de 2010

Culpa por trabajar siendo mamá

Para estar dentro del sistema las mujeres nos sentimos casi obligadas a cumplir con todo lo que se espera de nosotras, el gran avance feminista, hizo que llegara a confundirse la igualdad de género en derechos y obligaciones, con la igualdad competitiva, llegando a negar nuestras diferencias para convertirnos en iguales a toda costa. Pero lo cierto es que somos diferentes y complementarios, que es tan necesario en la sociedad el rol femenino como el masculino, porque ambos hacen aportaciones importantes en la construcción de la sociedad. El caso, es que en el afán de ser “iguales”, las mujeres han ido adquiriendo cada vez más responsabilidades y obligaciones, la atención del hogar y la crianza de los niños sigue estando casi al ciento por ciento a cargo de las madres, y si no pueden ellas mismas, son las que se ocupan de encontrar a la persona adecuada para suplir lo que no llega a realizar. Es tan importante tener todo organizado y previsto, que los hijos pasan a ser una tarea que resolver y organizar, si van al colegio, tienen la ropa limpia y la comida sana y equilibrada, la tarea queda resuelta. El problema es que los niños demandan otra cosa, demandan atención, hora de juego, caricias y lamentablemente, cuando llegan a casa, esas “súper mujeres” se sienten tan cansadas, que no tienen paciencia para escuchar los problemas o quejas de los niños. Hacen un esfuerzo por seguir cumpliendo con el rol casi perfecto, pero los niños lo notan, entonces comienzan a pedir cosas que saben que normalmente no les permiten, pero que en un exceso de cansancio, los padres en general, les van a permitir. La televisión se convierte en el segundo canguro, ya que el primero es el colegio, con guardería incluida, o la figura real del canguro que se marcha cuando llegan los padres. Los hijos se convierten en los reyes de la casa, pero desde un lugar arbitrario y déspota, se mira el programa que ellos quieren, se come lo que ellos quieren, cuando ellos quieren y dónde ellos quieren, porque antes de soportar una pataleta más, mejor es ceder, total, “no estamos nunca con ellos” . Es el sentimiento de culpabilidad quien decide, no los padres, y los niños saben como manejar perfectamente esta situación, les basta una vez de haberlo vivido para saber como funciona, “si mamá se va a trabajar estando yo malito y con fiebre, cuando vuelve me trae un regalo sorpresa”, la próxima directamente le pido lo que quiero y después le exijo ya sin razón, solo porque se va a trabajar y sé que eso le genera culpa. Para este momento las cosas en casa se han descarrilado tanto que la sensación es que la educación de los hijos se les fue de la mano y recurren a un terapeuta, pidiendo ayuda, aunque no están dispuestos a escuchar que son en gran parte responsables de la situación, por esas pequeñas concesiones que fueron haciendo sin darse cuenta del alcance que tenían. Cuando una mamá elige trabajar fuera de casa, tiene que tener en claro porqué lo hace, estar segura de que es una elección o una decisión tomada a conciencia, y saber que en toda elección, siempre hay algo que se pierde y algo que se gana, en este caso pierde parte del tiempo que podría compartir con sus hijos, y lo que gana, ya depende del porque trabaja. Si está dispuesta a asumir esta pérdida, no habrá sentimiento de culpabilidad y podrá poner límites a sus hijos, porque no es solo la presencia física la que educa, los valores se transmiten de muchas maneras y los niños son capaces de recibirlos. Creo que las mujeres necesitamos parar un poco y plantearnos que queremos de verdad y a que estamos dispuestas a renunciar y porqué. Necesitamos construir nuestra propia escala de valores, no adoptar la que nos marcan, si recuperamos la libertad de elegir y disfrutar, sin condicionamientos, seguramente nos sentiremos menos culpables y más felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario